Hornos eléctricos
Los hornos eléctricos son los más demandados tanto en la hostelería como en el mundo de la industria alimentaria.
Tener hornos eléctricos es lo más común tanto en bares y cafeterías como en restaurantes con cocinas profesionales. La razón es clara: son más fáciles de instalar y su precio es más económico que el de otros modelos. Un ahorro doble para el hostelero ya que al montar la cocina la instalación será más sencilla.
Lo mismo sucede en establecimientos temáticos en los que los hornos juegan un papel importantísimo, como las pizzerías: los hornos están encendidos durante muchas horas todos los días, por lo que necesitamos que gasten lo mínimo posible para poder mantener precios ajustados para los clientes.
También solemos encontrarnos hornos eléctricos en tiendas de conveniencia. Este tipo de establecimientos, que abren todos los días, tienen pan congelado en sus arcones (normalmente de tipo baguette) y lo van sacando en función de sus necesidades. Sólo tienen que meterlas en el horno que siempre está enchufado y dispondrán de pan recién hecho en pocos minutos.
La inversión en un horno eléctrico para estos negocios es muy interesante ya que es un producto muy demandado y al que se le puede obtener una gran rentabilidad. Además, funciona como efecto reclamo y ayuda a atraer clientes que pueden comprar otros productos de nuestra tienda, aumentando el precio del ticket final.
La industria también apuesta por los hornos eléctricos
Hay muchos obradores industriales de pan, repostería, etc. en los que el gasto que producen los hornos es el más alto de toda su cadena productiva. Por eso, contar con hornos de primera calidad que garantizan un total aprovechamiento de la energía que se utiliza es imprescindible para ellos.
La casi totalidad de los hornos de panaderías y pastelerías industriales son eléctricos, por el mismo motivo que el de las cocinas profesionales: se montan más fácilmente y son más económicos, algo importante en una maquinaria que está encendida y a pleno rendimiento durante muchas horas al día y que no descansa sábados, domingos ni festivos.
Si ahorramos en energía podremos traducir ese ahorro rebajando nuestros productos. Sin embargo, si nuestro horno gasta más de lo normal, tendremos que repercutir ese coste en panes, pasteles, etc. y nos costará más darles salida. Los clientes sabrán apreciar un producto bien hecho a un precio justo.
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