Hornos de gas
Los hornos de gas son una de las mejores opciones para una cocina profesional por su facilidad para cocinar y su eficiencia.
Cuando elegimos un horno de gas para la cocina de nuestro bar, nuestra cafetería o nuestro restaurante estamos haciendo una apuesta por una cocina tradicional y que genera menos impacto en el medioambiente. Los hornos de gas son tan habituales en la hostelería como los eléctricos, pese a su coste inicial y que se necesiten más permisos para su funcionamiento.
Al apostar por un horno de gas en nuestra cocina profesional sabemos que, al principio, puede ser una idea debatible. Por un lado, porque los hornos de gas son más caros que, por ejemplo, los eléctricos y, por otro, porque la instalación también es más costosa, además de que necesitan cumplir más requisitos que sus rivales por razones de seguridad.
Esto hace que sean muchos los que eligen otro tipo de hornos para sus establecimientos de hostelería, aunque a la larga tener un horno de gas será una gran noticia para tu negocio. Por un lado, porque el gas crea una llama constante, lo que hace que el cocinado sea más eficiente y que los alimentos lleguen a los clientes en perfecto estado, pero de manera más rápida.
Por otro, aunque al principio el coste de adquisición del horno y la instalación sean más costosos, a la larga se producirá un ahorro en la energía ya que, a igual gasto entre luz y gas, esta última energía es más barata que la electricidad y, por tanto, la factura mensual será menor.
Hornos de gas a prueba de apagones
Cuando se plantea la disyuntiva entre un horno de gas y uno eléctrico aparecen pros y contras en ambos tipos de máquinas. Además del precio en adquisición e instalación, los hornos de gas también tienen el hándicap de la seguridad, ya que siempre existe (por pequeña que sea) la posibilidad de que se produzca un escape. Por eso las normas de las comunidades autónomas son cada vez más estrictas en ese sentido.
Los hornos eléctricos, por su parte, son mucho más sencillos de instalar y funcionar, ya que sólo necesitan de un enchufe a la corriente, pero a cambio, son más lentos que los hornos de gas porque necesitan calentarse poco a poco, mientras los de gas son instantáneos. También tienen el problema de los apagones cuando se va la luz, ya sea de la cocina, del edificio o de toda la ciudad, mientras los hornos de gas pueden seguir funcionando con tranquilidad aunque no haya electricidad.
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